(El movimiento del 77 italiano).
Este movimiento social de 1977, fué un movimiento muy politizado que en realidad no llego a definir una línea política o ideológica bien trazada, que en consecuencia provoco que no se formara una solida área política como sucedió en el movimiento del 68. Se compuso mayoritariamente de un conjunto de figuras sociales frustradas en expectativas y aspiraciones.
En 1977 con la explosión de la protesta social y estudiantil, la autonomía es decir el componente político del movimiento del 77, no consiguió estructurarse en una organización de relevancia nacional. No se entendieron entre los diferentes órganos de la autonomía, más bien se llego al movimiento del 77 con problemas internos bastantes fuertes. La autonomía no logro intercomunicarse con el proletariado y con los movimientos obreros, lo que redujo fuertemente su peso y el alcance de su acción política.
Los comités autónomos obreros llamados volsci, representaron la parte más importante de la autonomía. Ya que fueron los herederos de las vanguardias políticas de la nueva izquierda, se caracterizaron por su rechazo y oposición a la política del PCI y de los sindicatos confederados del 77.
Roma fue el escenario de la violentísima contraposición política, entre el ala dura y la moderada de la autonomía y de las pequeñas formaciones juveniles cercanas a la nueva izquierda. Ya que los grupos se condenaron o acusaron al ala dura de ser extremista y por su radicalismo político frente al estado y frente a toda otra organización autónoma.
Para 1977 la autonomía Romana llego a tener una consistente participación y apoyo de un gran número de estudiantes y simpatizantes de la nueva izquierda.
Sin embargo el núcleo fuertemente politizado fue muy restringido, ya que la situación de reclutamiento y progresión de la autonomía duro muy poco, teniendo como resultado que los jóvenes y nuevo militantes decidieran alejarse y no tener un compromiso político frente a la radicalización y a la violencia surgida
En un plano teórico, lo comités obreros no supieron explicar no teorizar las razones que tenían la protesta y la revuelta, ni su propio proyecto político.
La autonomía romana se compuso de organizaciones preocupadas por solucionar los problemas sociales en los barrios populares de la ciudad y con objetivos vinculados al desarrollo de las nuevas necesidades de masas, tuvo una estructura directiva incapaz de imponer una línea política que fuera más allá de problemas locales.
El 2 de diciembre tras acontecimientos de expulsión, manifestaciones, asesinatos e impulsos que derivaron un aislamiento total, esto llevo a que nada impidiera la disolución de la autonomía organizada, lo que simbolizo para muchos la muerte efectiva del movimiento.
Otros componentes que se pueden tomar en cuenta que en casi en cada ciudad y en cada región se crearon colectivos, coordinados y revistas que se autodefinieron como autónomos retomando las temáticas de estas área, sus fuentes fueron móviles y difusas.
Para entender mejor los problemas que tuvo esta violenta y antagonista protesta política, llevada a cabo por el movimiento del 77. Por un lado se comprende que fue reprimida rápidamente, por otro fue asimilada al abrigadísimo rojo y terrorista de los grupos clandestinos armados, esto tuvo por efecto la marginación de los protagonistas políticos los aisló y desunió el área de la autonomía.
El resultado fue la radicalización de su acción, lo que vacio la protesta de su contenido ideológico inicial, a favor de una lucha ciega contra toda forma de poder, imperialista o no, reflejo y símbolo, desesperados de la gravísima crisis ideológica y societaria, que anunciaba el final de la forma de autónoma de gestión partido.
En ese año alcanza su madurez la historia de un siglo, el siglo del capitalismo industrial y las luchas obreras, el siglo de la responsabilidad política y las grandes organizaciones de masas. Se empieza a entrever la época postindustrial, la revolución microelectrónica, el principio de la red.
Desafección al trabajo es la fórmula con la que se definía la tendencia de los obreros, sobre todo de los obreros jóvenes, a ponerse enfermos, a coger la baja, a trabajar poco y mal, esto significo la caída de la productividad.
Eran los años en los que la tecnología empezaba a hacer posible una progresiva sustitución del trabajo obrero.
Se difundía el rechazo del trabajo alienado porque la clase obrera de fábrica había empezado a conocer formas de vida más ricas, gracias a la escolarización, a la movilidad, a la difusión popular de la cultura crítica.
Rechazo del trabajo industrial, reivindicación de espacios cada vez más amplios de libertad y, por lo tanto, absentismo, insubordinación, sabotaje, lucha política organizada contra los patrones y contra los ritmos de trabajo.
Los obreros querían trabajar menos y los ingenieros investigaban tecnologías orientadas a reducir el tiempo de trabajo necesario, a automatizar la producción.
Entre finales de los setenta y el comienzo de los ochenta ambas tendencias se encontraron.
Y llegaron los años de la contraofensiva. En lugar de reducir el tiempo de trabajo socialmente necesario y liberar tiempo de vida del trabajo, el capital logró, en los años de la reestructuración y de la afirmación del neoliberalismo, destruir la organización obrera mediante el despido de las vanguardias.
Se iniciaba así la reducción cuantitativa y política de la fuerza obrera. Se iniciaba la contrarrevolución liberal.
Pero en el centro mismo de este paso está el movimiento del 77, que se presentó consciente, declaradamente, como un movimiento contra el trabajo industrial.
Los estudiantes y los jóvenes obreros que se movilizaron en los primeros meses del año 1977.
Los temas eran La reivindicación más fuerte era la existencial. La calidad de la vida, la reivindicación de una existencia realizada, la voluntad de liberar el tiempo y el cuerpo de las ataduras de la prestación de trabajo industrial.
La idea era un movimiento revolucionario destinado a abatir el orden burgués.
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