miércoles, 11 de abril de 2012

Introducción


Universidad Autónoma Metropolitana
Unidad Xochimilco





Los tianguis, como otros varios fenómenos sociales del México actual, han cambiado, adaptándose a las nuevas particularidades del capitalismo. Los nuevos comportamientos que tienen estos fenómenos necesitan ser estudiados, con el fin de buscar nuevas estrategias cuando éstos resultan problemáticos para la sociedad.
En México, los tianguis tienen raíces prehispánicas, pero a partir aproximadamente de los años 60’s tienen transformaciones, principalmente por su crecimiento, dando un giro a lo que se denominó “comercio informal”. El problema actual con los tianguis nace de su surgimiento, su crecimiento tiene como causa inmediata las crisis, las cuales aumentan el número de desempleados, que ante la necesidad aceptan laborar aún cuando tienen condiciones bajas, bajos ingresos y enfrentándose a las mismas consecuencias de las crisis o el cambio climático, por ejemplo.
Esta investigación ha sido realizada por un equipo de estudiantes de sociología. Se había planeado una serie de entrevistas a profundidad que dieran un panorama más amplio, así como comparaciones entre más de tres tianguis en distintas partes de la ciudad de México; sin embargo el tiempo programado para los cursos impidió invertir más tiempo para el estudio de más casos y de elaborar entrevistas a profundidad, que para ser posibles necesitan al menos aproximadamente nueve meses para tener buenos resultados. Se elaboraron por lo tanto una serie de entrevistas no estructuradas en la delegación Cuauhtémoc, Distrito Federal, y en Chalco Estado de México, las cuales fueron sometidas al análisis DOFA.
El presente trabajo de investigación busca analizar por medio de una matriz DOFA las condiciones laborales de los tianguistas, creando a partir de las debilidades, oportunidades, fortalezas y amenazas escenarios posibles a los que se encuentran propensos estos trabajadores informales. Obtenemos por lo tanto escenarios de estrategias de crecimiento, dos escenarios de supervivencia, y de estrategias y de fuga.

Pérez Villeda Iván
Pinelo López José Luis
Ramírez Valdés Jorge Alberto
Gallegos Meza Vicente Cuauhtonal

Licenciatura en Sociología

Miércoles 11 de abril de 2012

Lo que se llevó el mar...

¨Lo que se llevo el mar¨ es una forma de explicar cómo a partir de una crisis que ha pasado o está atravesando un país, en este caso México, se puedan dar las condiciones para que los sujetos busquen nuevas alternativas para sobrevivir; ya no por la vía formal, sino por la vía informal. Entre los fenómenos que ha producido la crisis se encuentra el gran número de desempleados los cuales por medio del comercio informal logran compensar una parte de su vida económica.
Sobre esta última parte precisamos al nuestro objetivo principal, el cual se desprende de la siguiente pregunta:
¿Cuáles son las condiciones laborales de los trabajadores informales que se encuentran en los tianguis de la Ciudad de México?
El fenómeno del comercio informal lo hemos decidió investigar a través de una metodología específica adaptada con métodos cualitativos y cuantitativos. Cabe mencionar que la idea es que se desarrollará bajo un análisis comparativo en dos puntos distintos: Una zona urbana del Distrito Federal, el tianguis del oro, así como parte de la periferia de la Ciudad de México en el Estado de México, el tianguis de Chalco.
A través de cuatro entrevistas realizadas, dos en cada tianguis, pretendemos tener un panorama más exacto de cómo los sujetos viven día a día ciertas condiciones laborales por el hecho de estar sumergidos en el comercio informal. Entendemos este fenómeno producto de la crisis; no como bueno o malo ya que podría llegar a confundirse en una idea rápida de prenoción, sino como un conjunto de sujetos que al no encontrar un empleo formal se han visto con la necesidad de laborar en el comercio informal.
Es decir; cuando el mar se retira de la orilla y todo parece en calma, una gran ola se aproxima a lo lejos la cual viaja con una gran velocidad y, al chocar con gran intensidad en la tierra arrastra con todo lo que haya a su paso, ni la ola ni la tierra son las mismas ahora. Este nuevo escenario es precisamente lo que nos interesa.
En México  el trabajo[1] y su organización han sufrido cambios sustanciales en las últimas décadas. El Estado había tenido una participación activa en la evolución del trabajo y una racionalización en su organización durante el modelo del estado de bienestar. Esta nueva estructura en que el Estado sólo es el “árbitro”[2] ha creado nuevas dificultades en la forma de organización en donde las frecuentes crisis traen entre sus primeras consecuencias el creciente desempleo, producto de las políticas de austeridad que adoptan las empresas y el Estado.
En la vida cotidiana de la actividad económica suelen presentarse ciertos momentos de depresión después de periodos de prosperidad. Sus principales consecuencias son un gran índice de paro, depreciación de la moneda, salarios bajos, e incluso quiebra de empresas. Un empleo perdido no se recupera jamás, y el equilibrio sólo se puede recuperar con la creación de empleos, que a su vez es posible con una tasa de inversión alta. Si las empresas no cuentan con capital y el Estado no crea políticas públicas que ayuden a la inversión o invierte por su cuenta, la masa de desempleados buscan alternativas para sobrevivir, y la economía informal suele ser la respuesta.
De esta forma, encontramos que en México y en diferentes partes del mundo (principalmente América latina y países en vías de desarrollo) se ha desarrollado -a causa de las recurrentes crisis que se han enfrentado ineficientemente y junto con la depreciación de la mano de obra-, una economía informal, y por ende el comercio informal.
El  Estado para evitar estallidos sociales y la presión social, además del desequilibrio económico, político, cultural etc. del país; ha permitido la permanencia de ciertos sectores informales. Esto ha llevado a una nueva forma de comercializar productos, alimentos, ropa, calzado y aparatos electrónicos, aunado al fenómeno de la piratería, fenómeno que se adentra en un proceso más de la ilegalidad. El comercio informal conlleva una clara organización en los productos que venden y una distribución de los mismos consumidores a lo largo de la zona en que se encuentren,  una circulación de mercancías, de productos que en el caso de la esfera de la circulación no produce valor, pero que es importante para la realización del capital por medio de la venta de mercancías. Riqueza que no es registrada en la contabilidad nacional. Es aquí donde el comercio informal comienza a ser un problema para el Estado.
El nuevo fenómeno de la informalidad es una fuente de creación de empleos, sin embargo las condiciones en que se crean ha comenzado a ser un problema, puesto que no ofrece en todos los casos condiciones dignas de empleo a los trabajadores informales.


[1] Cabe recordar y tener claro que el trabajo, su organización laboral y social se diferencia en las condiciones medias de la sociedad de cada país, en determinada etapa histórica.
[2] El papel del Estado ha cambiado antes y después del periodo de bienestar, antes intervenía directamente en la economía beneficiando a la sociedad, después del pos-fordismo sólo es un árbitro que se inclina al libre mercado, dictando únicamente las reglas del juego pero sin intervenir, como en un juego de futbol en que en el Estado de bienestar el Estado funge como un jugador, pero después del pos-fordismo sólo es el árbitro del juego.

Lo que dejó el mar...

¨Ni la ola ni la tierra son las mismas ahora¨  parafraseando con nuestra idea abordada en el capítulo anterior, donde hemos encontrado una problemática en la contraparte del empleo formal; es decir, en el empleo informal.
El desempleo no es un fenómeno nuevo en el mundo. Se han hecho minuciosos estudios desde la teoría clásica económica que buscan explicar el surgimiento de “El ejército de Reserva”[1].
Es necesario ahondar un poco en los orígenes del desempleo y las crisis, causa inmediata del incremento problemático del comercio informal. Hay varias causas que han hecho posible este fenómeno. En el mundo moderno y a lo largo de la historia una de estas causas ha sido la primordial: la aparición de máquinas con tecnología cada vez más sofisticada. Esto ha provocado la modificación del trabajo, el surgimiento de nuevas ocupaciones y nuevas formas de organización laboral. En las primeras formas en que aparece este fenómeno en la industria, Marx explica que la maquinaria cada vez simplifica más el trabajo a realizar, por lo que “lo que hace es depreciar la fuerza de trabajo del individuo”[2].
Esta depreciación trajo consigo variadas consecuencias en la organización laboral, en la cual los salarios y la forma de vida se ha polarizado: por un lado hay una gran concentración de la riqueza, y por otro lado, el empleo se ha precarizado mucho de distintas formas. Aquí se encuentra el surgimiento del “empleo informal”; para definirlo es necesaria la conceptualización del empleo formal: “un trabajo con una remuneración justa, seguridad en el lugar de trabajo y protección social para las familias, mejores perspectivas para el desarrollo personal y la integración social…”[3]; el “empleo informal”, por lo tanto, es la contraparte del empleo formal, e incluye a los ocupados que carecen de contrato de trabajo y de seguridad social.
Muchas formas de trabajo se han depreciado, por lo que dentro de la organización social han aparecido nuevos fenómenos laborales caracterizados por la precariedad, como los empleos de subcontratación, temporales, la “contabilidad creativa”[4]. Aunado a estos nuevos fenómenos, aparece el sector informal, término que hace referencia  a un grupo cada vez más diverso y creciente de trabajadores y empresas que tanto en las áreas urbanas como en las rurales operan de manera informal. Una característica común de toda economía es la coexistencia de actividades económicas que son registradas en la contabilidad nacional, con otras que no lo son; en este caso la economía informal también constituye el área de las actividades económicas que no pueden entrar dentro de la contabilidad nacional por funcionar de forma ilícita. Hacerlo de esta manera significa para las empresas ahorros en el capital y en las industrias mayor plusvalía relativa, para los trabajadores elimina trabas para acceder al campo laboral, pero de la misma manera  las consecuencias negativas son directas para ellos; les permitan sobrevivir, es una actividad que “permite oportunidades para ganarse la vida”[5].
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, garantiza por medio de las autoridades el respeto a los derechos humanos. De la misma forma sancionar las violaciones derechos humanos conforme a la ley[6]. Para especificar más los intereses del presente proyecto de investigación, citamos el artículo 123 constitucional del apartado del trabajo y la previsión social: “Toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil; al efecto, se promoverán la creación de empleos y la organización social de trabajo, conforme a la ley”. Sin embargo, no es posible el control total del Estado Mexicano. La garantía no sólo al empleo formal, sino también a la vivienda digna, o a la educación pública y gratuita no existe como tal, por lo que los mexicanos buscan por sus propios medios una forma de subsistir. Ante esta incongruencia de las políticas mexicanas, el Estado no tiene más remedio que permitir ciertos sectores informales, aunque estén dentro de la ilegalidad, y así evitar tensión ya que el mismo Estado está perdiendo legitimidad.
Conceptualizando algunos términos, el sector informal se puede representar como un todo complementario con la economía formal, un todo claramente heterogéneo, que en un corte simétrico ejemplifica su estructura: El sector primario agropecuario formal, el sector secundario industrial formal y el sector terciario del comercio y los servicios formal, que tienen como antítesis el sector primario agropecuario informal, el sector secundario industrial informal y el sector terciario del comercio y los servicios informales. De esta forma su estructura puede explicarse por el sector formal en el sentido que sólo el trabajo produce valor, y por lo tanto solamente el sector primario y secundario informal son trabajo, a diferencia del sector terciario. Estos sectores informales están enmarcados por la evasión de la política tributaria.
Por lo tanto; el comercio informal –en torno al cual gira nuestra investigación-, a diferencia del formal, se caracteriza por la falta de contrato, rotación constante de los trabajadores y la ya mencionada evasión de impuestos.
Algunas de estas actividades económicas informales pueden ser ilícitas, mientras que otras son legales, pero poseen un componente ilegal, principalmente la elusión de impuestos. Existe en este sector muchas combinaciones de formas laborales: los negocios familiares, microempresas[7] que cuentan con pocos trabajadores y poseedores de varios locales, e incluso trabajadores de empresas formales que buscan vender productos de forma legal pero por la vía de los tianguis, como los vendedores de telefonía celular, congeladas, entre otros.
En este marco, existen personas que venden productos legales pero informalmente: lo hacen en instalaciones desmontables miembros a un tianguis, establecidos diariamente en una calle, o con puestos ambulantes. Los beneficios para estas personas es que evitan pagar impuestos, rentas, evitan el mantenimiento de locales, etc., pero muchas veces a cambio de las inclemencias del tiempo, de no tener seguridad social, largas horas de actividades laborales intensas durante el día.
Con las mismas características mencionadas, existen también los trabajadores informales de productos ilegales. Esta categoría se desarrollo con el proteccionismo de Estado en el periodo de sustitución de importaciones, con la venta de artículos de contrabando que eran más baratos que los producidos nacionalmente. Actualmente el mercado de productos ilegales es más abierto, y las ganancias son varias: tienen los mismos beneficios de los comerciantes informales de artículos legales, y además se evitan pagar impuestos de importación en algunos casos; en otros la venta de mercancías que provienen de la delincuencia, principalmente de los robos; y en otros más la venta de artículos piratas como música, películas, ropa, accesorios, etc. Es común ver en los tianguis puestos de discos y películas piratas, de ropa usada americana, de celulares “usados” que provienen de asaltos en su mayoría, artículos de contrabando como los chinos, entre muchos otros.
Dentro de las características de los locales del comercio informal en general se encuentran puestos permanentes que operan de forma ilegal, de locales armables permanentes, en tianguis, ambulantaje, y la venta de productos en transporte público como el camión y el metro.
El comercio informal –en oposición de los sectores agrarios e industriales informales- cuenta en su mayoría con facilidad de instalación. La creación de empresas productivas tiene como primera desventaja la dificultad de capital para conseguir los medios de producción, y aún cuando se tienen la competencia con las enormes empresas son una constante dificultad. Por otro lado, el comercio informal da flexibilidad, no necesita mucho capital para comenzar, no necesita medios de producción muy costosos, y aunque las condiciones son muy bajas, en muchos casos las ganancias obtenidas permiten vivir bien. Se presenta como una forma práctica y accesible para la gran cantidad de desempleados que existen en el país a causa de la crisis que en nuestro capítulo uno hacíamos mención.
Es difícil ubicar el momento de la aparición del comercio informal. El comercio se practica en el mundo desde las primeras formas de civilización. La ruptura entre el comercio formal y el informal es nueva, según el INEGI la aparición del sector informal es en los años 50’s[8] y tiene que ver con los requisitos de legalidad que los diferentes gobiernos han impuesto a su ciudadanía.
En el México actual, que es en el que se basa nuestra investigación, las formas de comercio informal son variadas. El ambulantaje, la venta de artículos en camiones, los puestos temporales que se encuentran en las calles, y los tianguis. Cada una de estas tiene sus respectivos problemas de acuerdo a su contexto.
Los tianguis se encuentran en México desde épocas pre-coloniales, siendo el más característico el tianguis de Tlatelolco; las características que tenía éste fueron elogiadas a la llegada de los españoles y redactadas por cortes en sus manuscritos; se caracterizaban por su limpieza, la gran cantidad de productos, y por estar divididos conforme los productos que se encontraban además de contar con una vasta extensión. Por lo tanto, los tianguis no son nuevos en México, era ya una forma de comercio normal que sufrió varias metamorfosis a la par de la historia de México, y que actualmente se le caracteriza como economía informal por las puntualizaciones ya señaladas y que se desarrollarán a lo largo de la investigación.
Históricamente, varias crisis han sacudido a México en las últimas décadas, principalmente la crisis del 1974, 1982 y 1994, las cuales han sido descritas con más detalle en el marco histórico, han dejado una cantidad considerable de desempleados, que junto con la explosión demográfica de la Ciudad de México son causa inmediata del aumento en el número de tianguis. La pluralidad de las condiciones de trabajo hace problemático el estudio de la economía informal, ya que no se cuentan con estadísticos exactos para tales mediciones.
No existen patrones ni tendencias que permitan ver el movimiento de estos sectores, sin embargo a lo largo de la zona metropolitana el abaratamiento de la mano de obra nos supone una precarización del trabajo, tanto en los ingresos, las horas que se laboran, la seguridad social; laborar en el comercio informal no garantiza un contrato ni condiciones de trabajo mínimas o básicas más que los servicios que ofrece el Estado a nivel nacional a toda la población. La racionalización económica de este sector, “consiste en garantizar la subsistencia del grupo familiar, que difiere de la vigente en el sector formal cuya motivación esencial es la acumulación”[9].
“Cuando se habla de economía informal se piensa inmediatamente en un problema”[10] dice Vargas Llosa. La economía informal, y por lo tanto, el comercio informal, son una salida para miles de trabajadores desocupados, ofrecen una oportunidad laboral ante la necesidad. Sin embargo, el problema comienza en la precariedad; ese es el objetivo, encontramos pues esto como una problemática actual en México.


[1] Forma parte del “ejército industrial de reserva” cuando, según Marx, se está desocupado o se trabaja solamente a medias. Prescindiendo de las grandes formas periódicas que le imprime el cambio de fases del ciclo industrial y que unas veces en los periodos de crisis o en las épocas de negocios flojos. (MARX, Carlos, “El capital, crítica de la economía política”, Fondo de Cultura Económica, México, 2010, pág. 543.)
[2]MARX, Karl, “El Capital, Crítica de la economía política”, Traducido por Wenceslao Roces, Fondo de Cultura Económica, México, 2001, pág. 324
[3] PERALTA, Ernesto, “El (des)empleo en México: 2008-2030”, UNAM, México, 2010, pág. 13.
[4] Tomamos el concepto de contabilidad creativa como los métodos de subcontratación usados para evitar los seguros sociales y las prestaciones laborales de los trabajadores.
[5] BARCLAY Galindo, Manuel; Bustamante Lemus, Carlos, “Ambulantaje”, Colegio de Arquitectos de la Ciudad de México A.C., México, 1998, pág. 15.
[6] Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, Artículo 1 y 123, respectivamente.
[7] El término empresa está entendido como una organización de cualquier tipo con fines de negociación económica o comercial.
[8] El INEGI menciona que la aparición del sector informal surge en los años 50’s; sin embargo en 2004 se edita el primer estudio de este fenómeno en el cual no muestra contabilidades pasadas, por lo que sólo se tienen datos oficiales por el instituto a partir de 1995. ( Instituto Nacional de Estadística y Geografía, La ocupación en el sector no estructurado en México 1995-2003, INEGI, México, 2004, pág. 5)
[9] Klein, E, y Tokman, V., “Sector informal: una forma de utilizar el trabajo como consecuencia de la manera de producir y no viceversa. A propósito del artículo de Portes y Bentón”, en: “Estudios Sociológicos” Vol. VI, no. 16, enero abril, 1988, pp. 205-212. Tomado de: JAIME, Edna y Campos, Pilar, “Informalidad y (Sub) desarrollo”, Ediciones Cal y Arena, México, 2002, pág. 35.
[10] VARGAS Llosa, Mario, “Prologo”, en: DE SOTO, Hernando, EL OTRO SENDERO, “La Revolución Informal”, Editorial Diana, México, 1987, pág.  XVIII

¿Cómo nace el Tsunami?

El nacimiento del Tsunami es complejo, no viene desde la superficie donde se origina sino es desde adentro, es decir; son provocados por terremotos submarinos que afectan esencialmente las zonas de gran actividad tectónica. La onda del tsunami, nace del choque sísmico de la masa oceánica que va de arriba hacia abajo, tiene un espesor de varios cientos de metros y gana energía cada vez que impacta el fondo submarino.
Al igual que el tsunami el comercio informal tiene su origen adentro y no en la superficie, ya que son las relaciones sociales del capital las cuales al expandirse de manera globalizada han producido en número y masa mayores adeptos al comercio informal como un modo de subsistir ante la crisis.
Por lo tanto; en esta investigación es necesario hacer una contextualización histórica del fenómeno del trabajo informal expresado en el tianguis, donde particularmente en el caso de México es muy peculiar ya que sus raíces se encuentran  en la antigua Tenochtitlán, esta está representada con Tlatelolco, lugar  donde precisamente florece las raíces del propio tianguis. El Mercado de Tlatelolco donde destacaba por poseer una enorme organización de productos que eran comercializados por los habitantes; los productos eran variados: animales, pieles, cerámica, comida, armas Etc.  Se encontraba al suroeste del Templo Mayor y operaba al aire libre donde se reunían tanto los vendedores como los compradores y además como centro principal de socialización del pueblo con sus costumbres tradicionales características de esos tiempos.
La organización del comercio en el México prehispánico no sólo se limitaba a este centro, que fue el más grande en su época y que Cortés detalla en su correspondencia, sino que se localizaban otros varios como el Atzcualco, el Teopan, el Cuepopan y el Moyotla, en diversos puntos de Mesoamérica. Estos lugares son una síntesis de la cultura, la historia y las relaciones comerciales que mantienen las regiones desde la época prehispánica hasta hoy[1]. Con la conquista se siguieron manteniendo estos espacios, e incluso se les incluyeron productos del “nuevo mundo”.
El método de comercialización de los productos de la época era el trueque directo (Intercambio de un producto por otro, del mismo valor o de mayor dependiendo que se quería o necesitara) hablamos de una economía rudimentaria basada en los intercambios.
Este gran Mercado contaba con una vasta extensión y con toda una organización al interior de este, contando con líderes que se encargaban de mantener el orden de los puestos y acomodarlos conforme a sus mercancías.
El fenómeno es recurrente, por lo que se han llevado a cabo acciones para hacer eficaz la política tributaria, creando mercados fijos en donde ciertos vendedores llevan sus mercancías, y así poder cobrar impuestos; sin embargo, una parte de los puestos deciden abrir otro más para ampliar el negocio tanto en el mercado como en el tianguis, y seguir evitando impuestos. La periodicidad ayudó a la permanencia de los tianguis. Estas fueron las primeras separaciones entre ambos.
La inestabilidad del país, las revoluciones y las intervenciones extranjeras que fueron frecuentes permitió sólo un aumento controlado tanto de mercados como de tianguis. Los años prósperos del milagro mexicano no tuvieron necesidad de la formación de una economía informal en todos los sentidos, y si bien, creció el número de mercados populares formales, los tianguis aún no presentaban un fenómeno tan ampliado.
Según el INEGI[2] la aparición del “sector informal” tiene su origen en los años 50’s, en el periodo del presidente Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz; el inicio de este tipo de economía no tuvo impacto y su desarrollo fue gradual. El informe del INEGI nos señala tres etapas en que guiaremos este marco histórico.


[1] ATTOLINI, Amalia, “Caminos y mercados de México”, INAH-UNAM, México, D.F., Disponible la nota en línea: (http://www.inah.gob.mx/index.php/boletines/247-historia/4508-mercados-sintesis-de-cultura )
[2] Instituto Nacional de Estadística y Geografía, “La ocupación en el sector no estructurado en México1995-2003, INEGI, MÉXICO, 2004, Pág. 5. Disponible en línea – (http://www.inegi.org.mx/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/encuestas/hogares/ene/ocupacion/noestructurado/noestructurado95_03.pdf )

Primera Etapa

La simetría que guarda el sector informal con el sector formal nos ayuda a encontrar datos más veraces sobre el comercio formal. La primera etapa de desarrollo del sector formal es también el nacimiento de las distintas formas de comercio informal.
“La primera etapa comprende desde finales de los años sesenta y la década de los setenta, años en los que el concepto del sector informal tiene su origen en el marco del Programa Mundial de Empleo (PME) y entra de lleno en el escenario de las teorías del desarrollo, la planeación económica y las políticas públicas.”[1]
Fue en el periodo del presidente Luis Echeverría cuando surgió la primera gran crisis en el México contemporáneo que arrojó los primeros desempleados a las calles, dando un impulso al empleo informal, y por lo tanto a los tianguis.
La crisis comenzó por el disminuido crecimiento de la economía por el deterioro de los precios del petróleo entre 1970 y 1973; el gobierno invirtió en gasto público que aunque tenía buenas intenciones aumentó el déficit fiscal. Para 1976 esa forma de conducir la economía era “insostenible e irresponsable” y trajo como consecuencia una fuga de capitales[2].
Durante el desarrollo estabilizador, la existencia de la informalidad fue subestimada y tolerada como un fenómeno temporal y pasajero. Se pensaba que el desarrollo traería aparejada como un fenómeno temporal y pasajero. Fue ésta una de las razones que explican que ya desde antes, en la construcción del sistema de seguridad social se haya tomado como base exclusivamente al trabajo asalariado formal y, a través de éste, se extenderían la seguridad y la protección social a sectores cada vez más amplios de la población.
Cuando la dinámica de sector moderno pierde impulso a mediados de los setenta, paralelamente a un crecimiento elevado de la oferta laboral, se hace evidente la existencia de excedentes considerables de mano de obra que no logran colocarse en la formalidad y acaban por inventarse a un medio de vida en la precariedad, al margen de las condiciones y regulaciones que rigen la actividad formal. Entonces se desarrollo a finales de los años setenta y principios de los ochenta una política de empleo con la finalidad de aminorar los efectos de la suspensión de puestos de trabajo asociados a la crisis de 1982.


[1] Ibíd.
[2] GOLLAS, Manuel,  “Breve relato de cincuenta años de política económica en México”, en: Ilán Bizberg y Lorenzo Meyer, “Una historia contemporánea de México”, Editorial Océano, México, 2003, pág. 238.

Segunda Etapa

Cuando en el mundo ya comienza a analizarse el término del sector informal, en México el crack petrolero arroja una parte importante de desempleados a inicio de los años ochentas.
“La segunda fase abarca la década de los ochenta, años durante los que el concepto es difundido ampliamente, son llevados a cabo diversos estudios y es incorporado en los programas económicos de muchos países”[1]
Ya para el sexenio de López Portillo, el déficit fiscal era del 7%, no tan elevado, sin embargo el país se mostraba optimista ante el descubrimiento de grandes yacimientos petroleros. Se recurrió a los préstamos extranjeros para industrializar el sector petrolero. El 73% de las exportaciones se habían petrolizado y para 1981 cayeron los precios del petróleo, desequilibrando la economía del país. A principios de 1982 los precios del petróleo seguían bajando y el capital abandonaba el país[2]. Fue el crack petrolero, en el que el capital que abandonó México se calculaba entre 17,300 y 23,400 millones de dólares, mientras los depósitos en dólares se incrementaron de 20% al 40%[3].
 La economía informal empieza a desbordar previsiones en cuanto a su evolución y se convierte en una de las principales fuentes de generación de ocupaciones en el país. Se consolida como un fenómeno persistente que adopta formas muy diversas, no sólo vinculada con los excedentes de mano de obra ante las insuficiencias en la generación de empleos, sino con nuevas categorías, producto de un globalización que se ha traducido en el deterioro creciente de las condiciones de una parte de la fuerza de trabajo asalariada que labora en el propio sector formal, pero desprovista de género de prestaciones laborales y seguridad social.


[1] Óp. Cit., INEGI, 2004, pág. 5
[2] Ibídem, GOLLAS, Manuel, pág. 240.
[3] Óp. Cit. GOLLAS, Manuel, pág. 241.

Tercera Etapa

“La tercera fase inicia en la década de los noventa y es caracterizada principalmente por el reconocimiento internacional del concepto del sector informal, su introducción en el sistema de contabilidad nacional y el impulso por parte del Grupo de Delhi sobre el sector no estructurado de la economía.”[1]
Después de la toma de posesión de Ernesto Zedillo, el país volvió a entrar en crisis. Esta vez fue México el epicentro de una crisis mundial. El PIB se redujo a un 6.2%, que trajo consigo el descenso de salarios y empleo que se empeoró con el aumento del IVA[2]. Los empleos perdidos para esas fechas se emplearon como migrantes a Estados Unidos, a las nuevas formas de trabajo precario que se abrieron por la apertura del Tratado de Libre Comercio con América del Norte, y en la economía informal.
Al momento del Tratado de libre comercio entre Canadá, Estados Unidos y México, la expectativa era que la reducción de aranceles y obstáculos para el comercio entre los tres países traería como consecuencia mayores flujos de inversión a lo largo de los tres países, con lo cual se consolidaría un ambiente de crecimiento en los niveles de producción, lo que induciría un mayor nivel de empleo, con productividad positiva y por ende mejores remuneraciones. Esta serie de efectos darían como resultado el surgimiento de un círculo virtuoso, que conduciría a una expansión sostenida de las economías”[3].
La apertura del TLCAN trajo como consecuencia la rotación de las empresas a México principalmente por Estados Unidos. Éstas eran de tecnología menos avanzada y para obtener plusvalor necesitaban mano de obra muy barata que lograron conseguir aquí. La migración fue otro factor por el cual México perdió mano de obra calificada, necesaria para la modernización del país. Nos encontramos en un estancamiento productivo, en el que la mano de obra que no es utilizada se pierde en la migración, así como en la economía informal del crimen organizado y del comercio informal.
Una de las últimas fases del crecimiento del sector informal tiene su origen en 2007, con la crisis que se desarrollo en Estados Unidos. En la actualidad el sector informal a crecido; en 2004 según el INEGI agrupaba alrededor de 3.4 millones de personas y en aquel entonces significaba el 8% del empleo total[4], ya para 2011, reportaba que 14 millones de mexicanos estaban en la economía informal[5]. Los más afectados por el desplazamiento de la maquinaria son los jóvenes, los cuales ni siquiera se han podido vincular en el sector informal: el INEGI revela que más de 7 millones de Jóvenes entre 12 y 29 años no se encuentran ocupados, ni en la educación ni en el empleo (los llamados “ninis”)[6].
La expansión de este fenómeno y las consecuencias que crecientemente ha tenido en las clases más bajas en México ponen su gravedad en relieve, y por lo tanto exigen un énfasis en la investigación social.


[1] Óp. Cit. INEGI, 2004, pág. 5
[2] Ibídem, GOLLAS, Manuel, pág. 251.
[3] RUIZ Durán, Clemente, Integración de los mercados laborales en América del Norte”, Porrúa-UNAM, México, 2008, pág. 7.
[4] Óp. Cit., RUIZ Durán, Clemente, pág. 37.
[5] GONZÁLEZ Amador, Roberto, “Histórico: 14 millones de mexicanos en la economía informal, revela el INEGI”, La Jornada, Sábado 11 de febrero de 2012, Sección de economía.
[6] CAMACHO Fermín, Fernando, “Mujeres, 75% de los ninis en México, según encuesta nacional de Juventud”, La Jornada, Sábado 19 de noviembre de 2011, Sección Sociedad y Justicia.