“La tercera fase inicia en la década de los noventa y es caracterizada principalmente por el reconocimiento internacional del concepto del sector informal, su introducción en el sistema de contabilidad nacional y el impulso por parte del Grupo de Delhi sobre el sector no estructurado de la economía.”[1]
Después de la toma de posesión de Ernesto Zedillo, el país volvió a entrar en crisis. Esta vez fue México el epicentro de una crisis mundial. El PIB se redujo a un 6.2%, que trajo consigo el descenso de salarios y empleo que se empeoró con el aumento del IVA[2]. Los empleos perdidos para esas fechas se emplearon como migrantes a Estados Unidos, a las nuevas formas de trabajo precario que se abrieron por la apertura del Tratado de Libre Comercio con América del Norte, y en la economía informal.
“Al momento del Tratado de libre comercio entre Canadá, Estados Unidos y México, la expectativa era que la reducción de aranceles y obstáculos para el comercio entre los tres países traería como consecuencia mayores flujos de inversión a lo largo de los tres países, con lo cual se consolidaría un ambiente de crecimiento en los niveles de producción, lo que induciría un mayor nivel de empleo, con productividad positiva y por ende mejores remuneraciones. Esta serie de efectos darían como resultado el surgimiento de un círculo virtuoso, que conduciría a una expansión sostenida de las economías”[3].
La apertura del TLCAN trajo como consecuencia la rotación de las empresas a México principalmente por Estados Unidos. Éstas eran de tecnología menos avanzada y para obtener plusvalor necesitaban mano de obra muy barata que lograron conseguir aquí. La migración fue otro factor por el cual México perdió mano de obra calificada, necesaria para la modernización del país. Nos encontramos en un estancamiento productivo, en el que la mano de obra que no es utilizada se pierde en la migración, así como en la economía informal del crimen organizado y del comercio informal.
Una de las últimas fases del crecimiento del sector informal tiene su origen en 2007, con la crisis que se desarrollo en Estados Unidos. En la actualidad el sector informal a crecido; en 2004 según el INEGI agrupaba alrededor de 3.4 millones de personas y en aquel entonces significaba el 8% del empleo total[4], ya para 2011, reportaba que 14 millones de mexicanos estaban en la economía informal[5]. Los más afectados por el desplazamiento de la maquinaria son los jóvenes, los cuales ni siquiera se han podido vincular en el sector informal: el INEGI revela que más de 7 millones de Jóvenes entre 12 y 29 años no se encuentran ocupados, ni en la educación ni en el empleo (los llamados “ninis”)[6].
La expansión de este fenómeno y las consecuencias que crecientemente ha tenido en las clases más bajas en México ponen su gravedad en relieve, y por lo tanto exigen un énfasis en la investigación social.
[1] Óp. Cit. INEGI, 2004, pág. 5
[2] Ibídem, GOLLAS, Manuel, pág. 251.
[3] RUIZ Durán, Clemente, “Integración de los mercados laborales en América del Norte”, Porrúa-UNAM, México, 2008, pág. 7.
[4] Óp. Cit., RUIZ Durán, Clemente, pág. 37.
[5] GONZÁLEZ Amador, Roberto, “Histórico: 14 millones de mexicanos en la economía informal, revela el INEGI”, La Jornada, Sábado 11 de febrero de 2012, Sección de economía.
[6] CAMACHO Fermín, Fernando, “Mujeres, 75% de los ninis en México, según encuesta nacional de Juventud”, La Jornada, Sábado 19 de noviembre de 2011, Sección Sociedad y Justicia.
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