miércoles, 11 de abril de 2012

Lo que se llevó el mar...

¨Lo que se llevo el mar¨ es una forma de explicar cómo a partir de una crisis que ha pasado o está atravesando un país, en este caso México, se puedan dar las condiciones para que los sujetos busquen nuevas alternativas para sobrevivir; ya no por la vía formal, sino por la vía informal. Entre los fenómenos que ha producido la crisis se encuentra el gran número de desempleados los cuales por medio del comercio informal logran compensar una parte de su vida económica.
Sobre esta última parte precisamos al nuestro objetivo principal, el cual se desprende de la siguiente pregunta:
¿Cuáles son las condiciones laborales de los trabajadores informales que se encuentran en los tianguis de la Ciudad de México?
El fenómeno del comercio informal lo hemos decidió investigar a través de una metodología específica adaptada con métodos cualitativos y cuantitativos. Cabe mencionar que la idea es que se desarrollará bajo un análisis comparativo en dos puntos distintos: Una zona urbana del Distrito Federal, el tianguis del oro, así como parte de la periferia de la Ciudad de México en el Estado de México, el tianguis de Chalco.
A través de cuatro entrevistas realizadas, dos en cada tianguis, pretendemos tener un panorama más exacto de cómo los sujetos viven día a día ciertas condiciones laborales por el hecho de estar sumergidos en el comercio informal. Entendemos este fenómeno producto de la crisis; no como bueno o malo ya que podría llegar a confundirse en una idea rápida de prenoción, sino como un conjunto de sujetos que al no encontrar un empleo formal se han visto con la necesidad de laborar en el comercio informal.
Es decir; cuando el mar se retira de la orilla y todo parece en calma, una gran ola se aproxima a lo lejos la cual viaja con una gran velocidad y, al chocar con gran intensidad en la tierra arrastra con todo lo que haya a su paso, ni la ola ni la tierra son las mismas ahora. Este nuevo escenario es precisamente lo que nos interesa.
En México  el trabajo[1] y su organización han sufrido cambios sustanciales en las últimas décadas. El Estado había tenido una participación activa en la evolución del trabajo y una racionalización en su organización durante el modelo del estado de bienestar. Esta nueva estructura en que el Estado sólo es el “árbitro”[2] ha creado nuevas dificultades en la forma de organización en donde las frecuentes crisis traen entre sus primeras consecuencias el creciente desempleo, producto de las políticas de austeridad que adoptan las empresas y el Estado.
En la vida cotidiana de la actividad económica suelen presentarse ciertos momentos de depresión después de periodos de prosperidad. Sus principales consecuencias son un gran índice de paro, depreciación de la moneda, salarios bajos, e incluso quiebra de empresas. Un empleo perdido no se recupera jamás, y el equilibrio sólo se puede recuperar con la creación de empleos, que a su vez es posible con una tasa de inversión alta. Si las empresas no cuentan con capital y el Estado no crea políticas públicas que ayuden a la inversión o invierte por su cuenta, la masa de desempleados buscan alternativas para sobrevivir, y la economía informal suele ser la respuesta.
De esta forma, encontramos que en México y en diferentes partes del mundo (principalmente América latina y países en vías de desarrollo) se ha desarrollado -a causa de las recurrentes crisis que se han enfrentado ineficientemente y junto con la depreciación de la mano de obra-, una economía informal, y por ende el comercio informal.
El  Estado para evitar estallidos sociales y la presión social, además del desequilibrio económico, político, cultural etc. del país; ha permitido la permanencia de ciertos sectores informales. Esto ha llevado a una nueva forma de comercializar productos, alimentos, ropa, calzado y aparatos electrónicos, aunado al fenómeno de la piratería, fenómeno que se adentra en un proceso más de la ilegalidad. El comercio informal conlleva una clara organización en los productos que venden y una distribución de los mismos consumidores a lo largo de la zona en que se encuentren,  una circulación de mercancías, de productos que en el caso de la esfera de la circulación no produce valor, pero que es importante para la realización del capital por medio de la venta de mercancías. Riqueza que no es registrada en la contabilidad nacional. Es aquí donde el comercio informal comienza a ser un problema para el Estado.
El nuevo fenómeno de la informalidad es una fuente de creación de empleos, sin embargo las condiciones en que se crean ha comenzado a ser un problema, puesto que no ofrece en todos los casos condiciones dignas de empleo a los trabajadores informales.


[1] Cabe recordar y tener claro que el trabajo, su organización laboral y social se diferencia en las condiciones medias de la sociedad de cada país, en determinada etapa histórica.
[2] El papel del Estado ha cambiado antes y después del periodo de bienestar, antes intervenía directamente en la economía beneficiando a la sociedad, después del pos-fordismo sólo es un árbitro que se inclina al libre mercado, dictando únicamente las reglas del juego pero sin intervenir, como en un juego de futbol en que en el Estado de bienestar el Estado funge como un jugador, pero después del pos-fordismo sólo es el árbitro del juego.

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