miércoles, 11 de abril de 2012

Segunda Etapa

Cuando en el mundo ya comienza a analizarse el término del sector informal, en México el crack petrolero arroja una parte importante de desempleados a inicio de los años ochentas.
“La segunda fase abarca la década de los ochenta, años durante los que el concepto es difundido ampliamente, son llevados a cabo diversos estudios y es incorporado en los programas económicos de muchos países”[1]
Ya para el sexenio de López Portillo, el déficit fiscal era del 7%, no tan elevado, sin embargo el país se mostraba optimista ante el descubrimiento de grandes yacimientos petroleros. Se recurrió a los préstamos extranjeros para industrializar el sector petrolero. El 73% de las exportaciones se habían petrolizado y para 1981 cayeron los precios del petróleo, desequilibrando la economía del país. A principios de 1982 los precios del petróleo seguían bajando y el capital abandonaba el país[2]. Fue el crack petrolero, en el que el capital que abandonó México se calculaba entre 17,300 y 23,400 millones de dólares, mientras los depósitos en dólares se incrementaron de 20% al 40%[3].
 La economía informal empieza a desbordar previsiones en cuanto a su evolución y se convierte en una de las principales fuentes de generación de ocupaciones en el país. Se consolida como un fenómeno persistente que adopta formas muy diversas, no sólo vinculada con los excedentes de mano de obra ante las insuficiencias en la generación de empleos, sino con nuevas categorías, producto de un globalización que se ha traducido en el deterioro creciente de las condiciones de una parte de la fuerza de trabajo asalariada que labora en el propio sector formal, pero desprovista de género de prestaciones laborales y seguridad social.


[1] Óp. Cit., INEGI, 2004, pág. 5
[2] Ibídem, GOLLAS, Manuel, pág. 240.
[3] Óp. Cit. GOLLAS, Manuel, pág. 241.

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